CUENTO: CADENA DE SONRISAS.
Esta semana finalizamos los trabajos propuestos relacionados con la Emoción de la Alegría. Eso no significa que no vuelva a surgir a lo largo del curso, ya que como veíamos en "El monstruo de Colores", las emociones siempre andan revueltas, lo importante es no confundirlas. Aprovecharemos además, nuestra excursión en Enero al Museo del Prado, para trabajar varios cuadros de Goya, algunos de los cuales los relacionaremos con esta emoción y otros muchos con la emoción de la tristeza, que comenzaremos a continuación.
Hemos querido terminar, por tanto con un cuento muy sencillo, pero que nos recuerda la importancia de sonreír : Cadena de sonrisas.
La señorita Elisa aquel día había propuesto un nuevo reto a sus alumnos: la alegría, y lo había hecho en plan desafío de récord.
Las había nombrado "recaudadores de alegría, para ver que se le ocurría con tal de provocar la alegría delos que les rodeaban. Y aunque todos hicieron cosas realmente encantadoras, aquella vez Carla Simpatías dejó a todos con la boca abierta.
Algunos días después del encargo de la señorita Elisa, Carla apareció cargando un saco.
- Aquí traigo toda la alegría que he recaudado en estos días. -dijo sonriente.
Todos estaban expectantes , pero la niña no quiso mostrar el contenido del saco. En vez de eso, sacó una pequeña caja, tomó una cámara de fotos instantánea y le entregó la caja a la maestra.
- Ábrala, señorita Elisa.
La profesora abrió la caja despacio y miró en su interior, y una gran sonrisa se dibujó en su rostro; en ese momento, Carla le hizo una fotografía. Luego le entregó la foto y un papel.
La maestra leyó el papel en silencio, y cuando terminó, señaló con gesto de sorpresa el gran saco.
- Así que eso es...
- ¡Sí! - interrumpió la niña , deshaciendo el nudo que cerraba el saco - ¡ un gran montón de sonrisas!
Y del saco cayeron cientos de todos, todas ellas de variadas y bellas sonrisas.
El resto de la clase lo dedicaron a explicar cómo a Carla se le había ocurrido iniciar una cadena para alegrar un poquito a las personas. en la caja sólo había una foto con una gran sonrisa, y todos , al abrirla, sentían la alegría que transmitía y respondían a su vez con una sonrisa , y les entregaba un papelito donde les pedía que hicieran lo mismo con otras personas, y le enviaran una copia de las fotografías a la dirección de su casa.
Y durante aquellos días y meses, el buzón de Carla no dejó de llenarse de las fotos de las sonrisas de tanta gente agradecida ayudando a todos a comprender que el simple hecho de sonreír ya es un regalo para todo el mundo.
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